Colaboracion de Tamara Wust: EL AEROPUERTO
Tamara Wust es amiga mia desde el instituto. Por si los que leeis esto no la conoceis, tiene 26 anios, es Psicologa, esta casada y tiene dos hijos. Javier y Jorge. Vive en Londres ya desde hace un par de anios.
Somos las dos de nuestro grupo de amigas que vivimos fuera de Espania y eso conlleva a temas que compartimos como lo bueno y lo m
alo de estar fuera, un nuevo pais, el ingles como idioma, la ilusion de ir a Espania de visita...
Estabamos hablando el otro dia sobre los viajes a Espania y lo que cansan. Estaba segura de que yo "ganaria" la conversacion, ya que yo desde Houston me gasto 100 veces mas en el billete, estoy unas once horas en el avion y tengo que hacer escala, aparte de tener que acostumbrarte al cambio de horario. A Tamara no la impresione para nada con todo eso porque solo contesto -Ya, pero tu no llevas ninios. A partir de ahi surgio una conversacion que me hizo acabar riendome a carcajadas de imaginarme las escenas que Tamara describia. Como dice Eva, es propio de un monologo del Club de la Comedia, asi que le pedi a Tamara que colaborara en nuestro blog compartiendo la gran experiencia del aeropuerto.
Tened en cuenta que todo lo que describe, lo hace dos veces cada mes y medio (ida y vuelta)
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Primero me tiro una hora preparando la “maleta de mano” (porque a eso no se le puede llamar bolsa), intentando que todo encaje como un puzzle y colocando de abajo a arriba las cosas de menor a mayor utilidad (en el fondo las mudas de repuesto por si se mojan, se mean o vomitan; en el medio los biberones, papillas, postres, etc.; más a mano los pañales, toallitas y el agua; y, donde quede un hueco, el cuento de los animales, los lápices, el monito de peluche y chupetes de repuesto). Una vez que tengo todo el equipaje preparado entonces abrigo a
los niños, y dada la época del año y el país donde vivimos, hay que ponerles abrigo, gorro, bufanda, saquito y, al bebé, alguna manta. Los coloco en las sillas (cada uno en una) y cuelgo las bolsas, cojo las maletas, me pongo la chaqueta y… a la calle. Todo parece perfecto: vamos cada uno con una silla y una maleta y, dentro de lo que cabe, no son tantos trastos. Pero al llegar al aeropuerto (y eso que os acabo de ahorrar los detalles del metro y el tren que nos llevan hasta ahí) empiezan los problemas. Los niños ya están cansados, empiezan a protestar y la espera para la facturación termina de cabrearles. Además están sudando como pollos, así que me decido a quitarles ropa y a colgarme en el hombro la retahíla de abrigos, gorros, bufandas, saquitos y mantas que llevaban en la calle. Podríamos parecer gitanos y me empiezo a desesperar, pero intento que no se note.
Cuando ya tenemos las tarjetas de embarque y, después de recoger varias veces los abrigos del suelo y de subir al menos un par de escaleras mecánicas, conseguimos llegar al control de los pasaportes. Miro al policía con cara de pena para que no me haga plegar los carritos y él me de vuelve la mirada… pero no. Así que cogemos a los niños, las bolsas, abrigos, gorros, bufandas, saquitos y mantas y plegamos la silla (que siempre se atasca en ese momento). Pasamos el aro detector de metales (por supuesto pitando) y, después de comprobar que Javier no lleva una pistola en el cinturón, ni Jorge una bomba en los pañales, nos hacen abrir todas las bolsas (por aquello de los líquidos y el terrorismo). Dejo en el suelo a los niños, los abrigos, gorros, bufandas, saquitos y mantas y empezamos a sacar todos los botes que había guardado con tanto cuidado. La bolsa de mano ya no es más que un montón de trastos sin orden ni concierto. Probamos todos lo biberones, papillas y demás líquidos de los peques y ya, por fin, podemos irnos. El problema es ahora que la bolsa ya no cierra ni de coña. Inten
to guardar al menos la comida (por supuesto encima de los pañales, las mudas… el caso es cerrarla) y trato de convencer a Javi de que lleve en la mano el monito de peluche al que quiere tanto. Al cabo de un rato, ya tengo encima al niño, los abrigos, gorros, bufandas, saquitos, mantas y al puto mono. Nos vamos a buscar un sitio donde sentarnos y picar algo. Llegamos a una cafetería, ocupamos 2 mesas solo con los trastos y cogemos una tercera para sentarnos y poder vernos las caras. Pensamos en aprovechar y dar de comer a los niños pero, como no, al pedir que calienten el biberón, lo traen abrasando (y el baño está suficientemente lejos como para no poder ir a enfriarlo) así que decidimos esperar y dárselo en el avión. El vuelo merece un capítulo aparte. Los niños están hartos, lloran, se hacen caca y, por si esto fuera poco, tienen que ir sentados encima de nuestras piernas porque, al no tener dos años, todavía no ocupan plaza. En fin, y al llegar, siempre hay quien me dice ¡cómo traes todo!, ¡eres un desastre!.
Luego dicen que viajar de Londres a Madrid es cuestión de un par de horitas (pues a mi se me hacen muy largas)
Os animo a todos a que tengáis muchos hijos pero no viajéis con ellos hasta que no cumplan 18. Besos
------------------------------------------------------------------------------------------------Hay que ver lo mayores que estamos...ninios, bodas, trabajos...Pero sabeis lo bueno? Que por muy mayores que estemos, siempre que nos apetezca, podremos tirar de todos los recuerdos que nos hacen sentir como en el instituto otra vez.
Concretamente, de Tamara, nos acordamos todas sin hacer ningun esfuerzo en su Jog roja agobiada porque llegaba a casa tarde y sus padres la iban a castigar. Por las mananas los sabados, cuando Pilar la mandaba a la compra y ella se hacia una escapadita a casa de alguna de las que viviamos en el pueblo para fumarse un cigarrito y volando a casa con mil bolsas de gama entre las piernas en la moto, porque Pilar no podia hacer la comida hasta que ella no volviera. Era la unica yo creo que aprobaba las matematicas y no se llevaba ninguna a Septiembre. En fin , mil cosas, el ranchito, el autobus a Villalba, Moncloa...
Las circunstancias nos cambian, pero en el fondo,seguimos siendo los mismos. En el caso de Tam, el cambio es ni mas ni menos que de una Jog, a un super cochechito de bebes biplaza...pero seguro que sigue desayunando roquefort...
Somos las dos de nuestro grupo de amigas que vivimos fuera de Espania y eso conlleva a temas que compartimos como lo bueno y lo m

Estabamos hablando el otro dia sobre los viajes a Espania y lo que cansan. Estaba segura de que yo "ganaria" la conversacion, ya que yo desde Houston me gasto 100 veces mas en el billete, estoy unas once horas en el avion y tengo que hacer escala, aparte de tener que acostumbrarte al cambio de horario. A Tamara no la impresione para nada con todo eso porque solo contesto -Ya, pero tu no llevas ninios. A partir de ahi surgio una conversacion que me hizo acabar riendome a carcajadas de imaginarme las escenas que Tamara describia. Como dice Eva, es propio de un monologo del Club de la Comedia, asi que le pedi a Tamara que colaborara en nuestro blog compartiendo la gran experiencia del aeropuerto.
Tened en cuenta que todo lo que describe, lo hace dos veces cada mes y medio (ida y vuelta)
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Primero me tiro una hora preparando la “maleta de mano” (porque a eso no se le puede llamar bolsa), intentando que todo encaje como un puzzle y colocando de abajo a arriba las cosas de menor a mayor utilidad (en el fondo las mudas de repuesto por si se mojan, se mean o vomitan; en el medio los biberones, papillas, postres, etc.; más a mano los pañales, toallitas y el agua; y, donde quede un hueco, el cuento de los animales, los lápices, el monito de peluche y chupetes de repuesto). Una vez que tengo todo el equipaje preparado entonces abrigo a

Cuando ya tenemos las tarjetas de embarque y, después de recoger varias veces los abrigos del suelo y de subir al menos un par de escaleras mecánicas, conseguimos llegar al control de los pasaportes. Miro al policía con cara de pena para que no me haga plegar los carritos y él me de vuelve la mirada… pero no. Así que cogemos a los niños, las bolsas, abrigos, gorros, bufandas, saquitos y mantas y plegamos la silla (que siempre se atasca en ese momento). Pasamos el aro detector de metales (por supuesto pitando) y, después de comprobar que Javier no lleva una pistola en el cinturón, ni Jorge una bomba en los pañales, nos hacen abrir todas las bolsas (por aquello de los líquidos y el terrorismo). Dejo en el suelo a los niños, los abrigos, gorros, bufandas, saquitos y mantas y empezamos a sacar todos los botes que había guardado con tanto cuidado. La bolsa de mano ya no es más que un montón de trastos sin orden ni concierto. Probamos todos lo biberones, papillas y demás líquidos de los peques y ya, por fin, podemos irnos. El problema es ahora que la bolsa ya no cierra ni de coña. Inten
Luego dicen que viajar de Londres a Madrid es cuestión de un par de horitas (pues a mi se me hacen muy largas)
Os animo a todos a que tengáis muchos hijos pero no viajéis con ellos hasta que no cumplan 18. Besos
------------------------------------------------------------------------------------------------Hay que ver lo mayores que estamos...ninios, bodas, trabajos...Pero sabeis lo bueno? Que por muy mayores que estemos, siempre que nos apetezca, podremos tirar de todos los recuerdos que nos hacen sentir como en el instituto otra vez.
Concretamente, de Tamara, nos acordamos todas sin hacer ningun esfuerzo en su Jog roja agobiada porque llegaba a casa tarde y sus padres la iban a castigar. Por las mananas los sabados, cuando Pilar la mandaba a la compra y ella se hacia una escapadita a casa de alguna de las que viviamos en el pueblo para fumarse un cigarrito y volando a casa con mil bolsas de gama entre las piernas en la moto, porque Pilar no podia hacer la comida hasta que ella no volviera. Era la unica yo creo que aprobaba las matematicas y no se llevaba ninguna a Septiembre. En fin , mil cosas, el ranchito, el autobus a Villalba, Moncloa...
Las circunstancias nos cambian, pero en el fondo,seguimos siendo los mismos. En el caso de Tam, el cambio es ni mas ni menos que de una Jog, a un super cochechito de bebes biplaza...pero seguro que sigue desayunando roquefort...
